domingo, 28 de agosto de 2011

LA MUJER DE FARO


Isaí Escalada. "Eres español. Mi madre era de Huelva, pero murió y yo no pude conocer España".

Lo dice en portugués, pero la entiendo perfectamente. La barandilla es suficientemente grande y hay espacio, pero ella se ha puesto a mi lado. Lleva ya tiempo a mi lado. Tiene cerca de cincuenta años, es menuda y lleva puestas unas grandes gafas que le cubren gran parte de la cabeza. Canta, baila y habla sola. Me mira de reojo para ver si la observo. Y vuelve a hablarme. Yo asiento y respondo. Escuetamente.

Ella sigue en su mundo. No sé si habrá tomado alguna droga o simplemente es así. Por momentos parece una niña pequeña encerrada en un cuerpo que no le pertenece. Ha envejecido prematuramente. Sigue hablándome y saca una destartalada cámara de fotos. Hace fotos al escenario que hay dispuesto en el puerto. Parecen desenfocadas, pero no le digo nada. Ella se afana en explicarme cosas del espectáculo que va a tener lugar a continuación. Yo la escucho. Asiento. Digo algo que no recuerdo. Me hace gracia. Le sonrío.

De repente, en los altavoces, comienza a sonar Amigos para siempre, de Los Manolos. Ella, cómo no, comienza a tararearla. Y me mira y sonríe. Entonces yo aprovecho un despiste y me voy de su lado. Me pierdo entre el bullicio de los turistas que abarrotan el puerto de Faro. Hace un rato me hubiese apetecido invitarla a una cerveza, pero ha logrado incomodarme. No me apetece entablar más lazos emocionales.

viernes, 19 de agosto de 2011

DOLCE FAR NIENTE


Isaí Escalada. Después de un año esperándolas, por fin han llegado. Las ansiadas y necesarias vacaciones. Tenía ya las maletas preparadas desde hace días. Me mueve una necesidad imperiosa de poner la mente en blanco y desconectar. Necesito no pensar en nada, que los días fluyan sin horarios y dedicarme al dolce far niente, como dirían los italianos. Necesito leer un buen libro. Necesito una escapada a lugares que no conozco. Necesito una copa de vino en buena compañía. Necesito rebozarme en la arena. Necesito ver el mar y escuchar el murmullo de las olas. Necesito ver el atardecer en la playa. Necesito ver a mis padres y a mis hermanos. Pelearme. Reñir con ellos. Necesito que mi madre me haga la comida que me gusta. Necesito ponerme al día con mis amigos de Las Palmas. Necesito desconectar de Madrid por unos días. Necesito…

Me voy dos semanas. La primera pondré rumbo a tierras que saben a bacalao y suenan a fado. La segunda, como siempre, volveré a la isla, a casa, con los míos. Nos vemos a la vuelta. Si es que hay vuelta.

domingo, 14 de agosto de 2011

lunes, 8 de agosto de 2011

LA FAMILIA

Carlos G. Velasco. 'Somos hermanos. No tenemos por qué gustarnos' con esta lapidaria frase puede resumirse la esencia de 'A casa por vacaciones', la infravalorada película que Jodie Foster dirigió allá por 1995 y que supone una de las críticas más feroces a ese motor que supuestamente forma la sociedad: la familia.


Once años antes, Almodóvar hizo lo propio en '¿Qué he hecho yo para merecer esto!' con un peculiar retrato de una familia obrera que vive en el madrileño barrio de la Concepción. El rosario de miembros era cuanto menos vistoso: padre taxista, machista e infiel; madre, insatisfecha y adicta a los fármacos; abuela, diabética y usurera; hijo mayor, buscavidas y camello; hijo menor, chapero y dibujante...



Estos ataques a tan histórica institución, a ese elemento mínimo y natural en que se divide toda sociedad, no vienen sino a plantar cara a modelos mejor avenidos en la gran y pequeña pantalla como la edulcorada tribu de los Brady, la sobrealimentada tropa de los Martín o Serrano o a los menos convencionales Adams (que no por eso menos felices).

Pero, ¿qué es la familia?
Para muchos, el pilar fundamental en que se sustentan, un apoyo, salvación y cura, un refugio, lo más importante.
Para otros cuantos, un grupo de seres entre el que se nace y cría y al que se aprende a querer/odiar/aguantar con el tiempo.

¿Entre cuál os encontráis?

jueves, 4 de agosto de 2011

MI PRIMERA VEZ

Isaí Escalada. Es un tema muy recurrente para quienes nos gusta el cine, comentar la primera vez que nos topamos con esa caja de sueños que es la gran pantalla. Me sorprende cómo la gente se acuerda de todos los detalles –con quién fue, qué película vio, a qué edad…- y te relata con exactitud ese primer momento en una sala de cine, que para muchos supone un momento muy especial. A todos ellos les envidio.



Si yo me pongo a pensar en ello, soy absolutamente incapaz de recordar ese momento. Me viene un primer recuerdo borroso que me sitúa en la sala de un cine de Las Palmas –no me acuerdo de cuál- junto a mis padres y mis hermanos, comprando las entradas para ver Mr. Magoo, del ya fallecido Leslie Nielsen. Pero hay un problema. Revisando fechas me doy cuenta de que la película es del año 1998, por lo que entonces tenía ya 14 años que supongo es una edad bastante avanzada para ser la primera vez que pisé un cine, que no para otras cosas.

Por tanto, si es éste uno de los primeros recuerdos que tengo, no consigo responder a la pregunta; aunque sí puedo aventurarme a dar una respuesta que seguramente no sea exacta. Si no fue Mr. Magoo, me aventuro entonces a decir que casi seguro fue alguna película de Disney, de las que en casa de mis padres tenemos toda la colección, y que seguramente sería con ellos o con alguna de mis tías con quien pisé por primera vez una sala de cine. Tampoco sé si me acompañaría alguno de mis hermanos o si todavía serían pequeños para entrar en contacto con el sétimo arte. Como ven, todo muy en el aire. Y eso que de pequeño tomaba mucho fósforo.



Aprovecho y dejo un enlace a uno de los fragmentos de Disney que más me gusta. Porque ya saben: Hakuna Matata, vive y sé feliz.